El otro día hablando con un amigo
sobre este tema, me contó que hacia un año más o menos había habido un caso
Sevilla. Me llamo tanto la curiosidad que os dejo la noticia.
"Pedro Martínez quería que
su caso abriera de nuevo el debate sobre la eutanasia en España y lo ha
conseguido. Pedro, de 34 años, padecía una esclerosis lateral amiotrófica (ELA)
y murió el lunes en Sevilla tras una sedación administrada por médicos de la asociación
Derecho a Morir Dignamente (DMD). La sanidad andaluza había rechazado sedarle
al entender que no se encontraba aún en “situación de agonía”, el requisito que
marca la ley para acelerar el final de la vida. Los médicos de DMD discrepan. Y
los expertos en bioética creen que situaciones como esta dejan a la vista
tantas “incongruencias” que no habría que demorar más la reforma del Código
Penal.
Cinco días antes de morir, Pedro
compartió con EL PAÍS su decisión, sobre la que no albergaba dudas. “Cuando ya
no puedes valerte por ti mismo no es una vida digna”, dijo. El doctor Luis
Montes, presidente federal de DMD, ha seguido de cerca su caso y asegura que la
situación ya era “insoportable”. El enfermo contactó con la asociación hace más
de año y medio. “Nosotros le indicamos que fuera buscándose una solución dentro
del servicio público de salud. Pero le garantizamos también que cuando
entendiera que el servicio público le estaba agrediendo y no atendía a su
voluntad, nos iba a tener a su lado”, cuenta Montes.
Pedro cumplió. Su caso siguió en
manos de la sanidad pública pero, amparado en la ley estatal de Autonomía del
Paciente y en la andaluza de Muerte Digna, rechazó recibir cualquier
tratamiento que le pudiera prolongar la vida. Cuando su estado se agravó, pidió
a los médicos de cuidados paliativos del Hospital Macarena que le sedaran, pero
estos consideraron que su situación no era terminal. La consejera andaluza de
Salud, María Jesús Montero (PSOE), avala la actuación de sus profesionales.
“Hemos estudiado detenidamente su caso, pero todavía no estaba en las
circunstancias clínicas necesarias para una sedación paliativa. Lo que él pedía
era una eutanasia y eso hoy no es posible”, sostiene Montero.
"La alternativa que le dio la sanidad pública era que dejara
de comer. Y cuando tuviera temblores, le sedaban”
El presidente de DMD no opina lo
mismo. “Medía 1,90 y pesaba poquísimo. Tenía anorexia, 40 respiraciones por
minuto, no podía casi tragar. Era una clara situación terminal y ahí está
indicada la sedación paliativa”, afirma Montes. “La alternativa que le dio la
sanidad pública era que dejara de comer. Y cuando tuviera temblores, etcétera,
ya le sedaban. Eso es una crueldad”.
Los médicos de paliativos le
visitaron por última vez la semana pasada y el diagnóstico, según la consejera
de Salud, seguía siendo el mismo. “Clínicamente no estaba en agonía.
Evidentemente, podía entrar en situación terminal en cualquier momento, pero no
se puede decir cuándo”, advierte Montero. Su departamento solo ha conocido los
detalles del final de Pedro por EL PAÍS y considera que en los últimos días se
pudieron producir “cambios” que avalaran la sedación.
En cualquier caso, la consejera
recuerda que este es “el típico caso” que está regulado en otros países, pero
no en España. ¿Habría que plantearse hacerlo? “Cuando se debatió la ley estatal
se decidió posponer los avances sobre esta cuestión y en eso siempre hemos sido
disciplinados con el Gobierno de España. Pero el debate es necesario y
enriquecedor y traer a la opinión pública situaciones como esta es positivo
para seguir reflexionando”.
La consejera recuerda que este es “el típico caso” que está
regulado en otros países, pero no en España
La ayuda al suicidio está
tipificada como delito en el artículo 143 del Código Penal. El catedrático de
Derecho Penal de la Universidad de Málaga José Luis Díez Ripollés insiste en
que la clave es saber si Pedro estaba en “situación terminal”. “Si es así, no
hay problemas en aplicarle la sedación. En todo caso, ninguna ley establece un
plazo a partir del cual debe entenderse que entra en situación terminal. Pero
si no está en una situación terminal, pero tiene una calidad de vida muy baja,
por una enfermedad que le va a conducir en plazo breve a la muerte, nos
tropezamos con un supuesto que no está adecuadamente resuelto en nuestra
legislación, la cual debería reformarse”.
Victoria Camps, presidenta del Comité de Bioética de España,
y Lluís Cabré, Jefe de Servicio de Cuidados Intensivos del Hospital de
Barcelona y miembro del Observatori de Bioètica i Dret, coinciden en que el
choque entre ética y ley en casos como este es insostenible. “Creo que aquí lo
más ético era ayudar a morir, pero esto hoy jurídicamente no está contemplado”,
advierte Camps, quien defiende que se “corrija” el artículo 143 del Código
Penal. “Lo que ocurre es que hay miedo a hacerlo porque eso es dar vía libre a
la eutanasia y hay un sector de la sociedad que no lo aceptaría”. Por eso, en
su opinión, los responsables políticos han optado por “hacer la vista gorda”.
“Todos sabemos que situaciones como las de este chico se dan muy a menudo”.
Más duro es Cabré, para quien la
situación actual es “pura hipocresía”. "Esto es lo que pasa cuando no se
quiere afrontar la realidad social”, advierte. “Si a este chico se le sedó, se
puede considerar una eutanasia y eso hoy es un delito. Pero, bajo un punto de
vista ético, estamos totalmente de acuerdo en que él es el responsable de su
vida y, si quiere una sedación terminal, hay que dársela. Faltaría más”.
En su conversación con EL PAÍS
Pedro quiso reivindicar “la eutanasia legal”. “Ojalá con mi caso se reabra el
debate”. Su deseo se cumplió.